miércoles, 21 de diciembre de 2011

Adiós otoño, hola invierno


El inicio de las estaciones viene dado por aquellos instantes en que la Tierra se encuentra en unas determinadas posiciones en su órbita alrededor del Sol




fig. 1


fig. 2


fig. 3

fig. 4


fig. 5



fig. 6


fig. 7


fig. 8

Hoy, jueves, 22 de diciembre, a las 6 h 30 mn hora oficial peninsular, se ha iniciado el invierno en el hemisferio Norte, según el convenio astronómico. El polo austral mira ahora hacia el Sol y el polo boreal hacia el lado opuesto. Las regiones que rodean el Polo no ven ya el Sol. En el hemisferio sur, en cambio, se inicia el verano.

En los bancos de hielo del océano glaciar Ártico, en los inmensos glaciares de Groenlandia, en las tundras de Laponia y de Liberia, no hay amanecer ni atardecer, sino sólo la tiniebla de la noche, sólo interrumpida por la extraterrenal radiación de las auroras boreales. Un poco más al sur, en la latitud que corresponde a San Petersburgo (Rusia) y a la bahía de Hudson (Canadá), el Sol aparece sobre el horizonte durante un tiempo muy escaso, y más que día sus habitantes tienen una especie de crepúsculo; la noche domina con sus tempestades de nieve y sus gélidas temperaturas.


En los países situados a mitad de camino entre el polo norte y el ecuador, como son España, Italia o la región de los Grandes Lagos, en la frontera entre los Estados Unidos y Canadá, el Sol sale tarde y se pone pronto, y sus tenues rayos llegan allí con gran inclinación y calientan poco. Los árboles parecen privados de vida, los campos se despojan de su vegetación, los animales de los bosques están aletargados y generalmente se ocultan bajo tierra o en escondrijos. Debajo de su manto de nieve la Naturaleza duerme el sueño invernal.


La Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos (Eumetsat), de la que España forma parte, ha difundido un conjunto de imágenes que recogen un año terrestre visto desde una órbita geoestacionaria, aquella que se encuentra directamente encima del ecuador superficial de la Tierra. Las imágenes están tomadas por el satélite geoestacionario Meteosat 9, que permanece inmóvil en un determinad punto, sobre el plano del ecuador terrestre, aproximadamente a 36.000 kilómetros sobre el nivel del mar. Las instantáneas se obtuvieron en el momento en el que el Sol, la Tierra y el satélite se encontraron formando un ángulo recto

Lo que estamos viendo en este mosaico de imágenes (fig. 2) es una cara de la Tierra, que aparece totalmente iluminada, y la misma zona durante el inicio de las cuatro estaciones del año. Las cuatro posiciones fundamentales que toma nuestro planeta cada año se denominan solsticios y equinoccios.

De la misma manera que los satélites artificiales giran alrededor de la Tierra, así nuestro mundo viajar por el Universo en torno al Sol. De masa exigua en comparación con nuestro astro rey, la Tierra está encadenada en su atracción gravitatoria y se encuentra en una posición de equilibrio. No puede precipitarse hacia el infernal horno solar, pero tampoco puede huir hacia los espacios siderales. Por eso, esclava de su astro dominador desde hace miles de millones de años, recorre dócilmente su descomunal órbita elíptica. El año es el período de tiempo que emplea nuestro planeta en describir una órbita completa.

La elipse de la órbita terrestre se aproxima mucho al círculo. Entre el perihelio y el afelio, los puntos más cercanos y lejanos, respectivamente, de la órbita, la distancia Tierra-Sol varía en unos cinco millones de kilómetros, lo que no es mucho comparado con los casi 150 millones de kilómetros que nos separan de ese horno nuclear. Pero hay un hecho que, a primera vista, puede parecer sorprendente: la sucesión de las estaciones no se debe a que en su movimiento elíptico la Tierra se aleje y acerque al Sol. Esto tiene un efecto prácticamente imperceptible en el clima. En efecto, la causa de los cambios estacionarios se debe a otro motivo.


Si el eje del mundo, que pasa por los polos, alrededor del cual gira la Tierra en su movimiento de rotación, fuese perpendicular al llamado plano de la eclíptica – el plano imaginario de la órbita terrestre – simplemente no existiría el gran ciclo de las estaciones en las zonas templadas. El Sol se hallaría todo el año sobre el ecuador. Los desiertos, las junglas y las regiones polares seguirían donde están, pero no habría estaciones. En estas condiciones imaginarias, los días tendrían siempre la misma duración y la vida terrícola habría tomado seguramente otro rumbo. Portentos naturales, como las floraciones primaverales y la migración de las aves, serían enteramente desconocidos.

La realidad es que el eje del mundo está inclinado y forma un ángulo de 23 grados con respecto al plano de la eclíptica; y este ángulo permanece constante, como también no cambia la dirección del eje en cualquier punto que se encuentre la Tierra, tanto en el afelio como en el perihelio. La inclinación de los rayos solares varía, pues, constantemente en todas las regiones de nuestro mundo; esto da origen al maravilloso fenómeno de las estaciones (figs. 1 y 8)

Las cuatro posiciones fundamentales que toma la Tierra cada año, en su movimiento alrededor del Sol, responsables del ciclo de las estaciones, se denominan solsticios y equinoccios (fig. 3). Aparecen los solsticios cuando uno de los polos apunta hacia el Sol; los equinoccios cuando el límite del hemisferio iluminado pasa por ambos polos logrando una duración igual para el día y la noche. Por eso, para el hemisferio norte, el 21 de diciembre es el solsticio de invierno (fig. 4), y el 21 de junio el solsticio de verano (fig. 6); el 21 de marzo es el equinoccio de primavera (fig. 5) y el 21 de septiembre el equinoccio de otoño (fig. 7). En el hemisferio sur, como es natural, se invierten las posiciones.


El día del solsticio de invierno corresponde al de menor duración del año. Alrededor de esta fecha se encuentran el día en que el Sol sale más tarde y aquél en que se pone más pronto. El invierno durará 88 días y 23 horas. La primavera se iniciará el día 20 de marzo de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario